17 de septiembre de 2011

Entrenamiento

21 de julio de 1941

Casi no he podido escribir. La rutina es realmente dura, sobre todo porque la madre patria necesita de nuevos pilotos con urgencia, lo que nos hace pensar a cada instante sobre la fragilidad del frente. Es una suerte de transfusión mecánica a la ya desgastada maquinaria de guerra, que se desangra a cada instante.

Me encuentro cerca de Moscú, aunque no sé decir bien en que lugar exacto, ya que el secreto es parte de nuestra vida diaria aquí, por lo que saber donde estoy no es una certeza actualmente. Hasta ahora todo ha sido una gran vorágine, que me ha producido una suerte de embotamiento, una amnesia temporal que no me permite recordar siquiera como fueron los primeros días aquí. Esta es la primera ocasión que tengo para escribir a casa, pero solo he podido trazar algunas líneas, ya que de seguro el oficial de censura no dejará que cuente mucho más. Por eso trato de ser mas explícito aquí, en mi diario, aunque siempre temo que me lo requisen, y que incluso sea acusado de traición, por lo que consigno aquí. Pero de alguna forma debo ser capaz de registrar aquello que la frágil memoria pierde a borbotones… así son las cosas en el tenor de una lucha desesperada…

Han sido dos semanas agotadoras, levantándonos cada día a las 5 de la mañana, para solo volver a nuestras literas alrededor de las diez de la noche. Estamos cansados, agotados de tanto correr y saltar, de tantos ejercicios físicos y prácticos. A la fecha es casi lo único que hemos hecho, una suerte de curso intensivo para preparar los cuerpos para la muerte. Quizás lo más remotamente emocionante ha sido la práctica de tiro con unos viejos Mosin-Nagant que debemos pulir cada tarde antes de dormir.

Casi no hemos tenido noticias de casa; solo hoy nos han entregado el correo que se acumulaba. Al reconocer la letra de nuestras madres, nosotros, los nuevos reclutas, ya endurecidos por la marcha de semanas, no podemos evitar que gruesas lagrimas bajen por nuestras curtidas mejillas. En la carta me cuentan sobre la precariedad del frente, sobre los bombardeos en Moscú, y como han debido acudir a los refugios antiaéreos. En casa están todos bien, aunque preocupados por mi hermano y yo. Pero la carta es breve, me imagino que por causa de la censura que lentamente comienza a invadir todos los ámbitos de la intimidad. Solo puedo pensar en la ultima vez que nos vimos, la madrugada de mi partida, en el desconsolado llanto de mamá, y el fraternal y apretado abrazo de mi padre. Mis abuelos también se despiden, tristes pero en silencio… ya han sido testigos de duros momentos de la historia de la madre patria, y comprendieron que debe ser así, como si presintiesen que los peores momentos están aun por venir… que sabio puede ser el instinto humano...

Decisiones

06 de julio de 1941

Sargento! Traiga aquí uno de los formularios para los aspirantes… muévase, que aquí tenemos uno! - gritó Lev, con el aplomo que otorga la autoridad de una medalla y el carácter de un as del frente. El sargento lo miró con cara de sorpresa; no era habitual ver héroes por esos lados… especialmente vivos a estas alturas de la guerra. Para mí, por supuesto, el sargento solo me dirigió una despectiva mirada. Por supuesto, camarada Teniente - respondió al tiempo que sacaba mecánicamente de su escritorio un formulario que me alcanzó con desgano, y agregó con la misma actitud: tarjeta del partido?. Solo del Komsomol - contesté. Sin expresión me miró y me alargó la mano, para recibir la tarjeta, pero el gesto pareció irritar a Lev, quien le espetó: Yo respondo por él, sargento - y acercándose a él agregó - No lo olvides, si no quieres terminar engrasando ruedas en un aeródromo de Leningrado. Los ojos del sargento se abrieron grandes, y solo atinó a tartamudear un s-si, camarada teniente, yo me ocupo. Al rato las formalidades estaban cumplidas, producto del celo puesto por el sargento.

Cumplidas las formalidades nos dirigimos al examen médico, que pasé sin mayores dificultades. Después vinieron otros procesos, y al final nos vimos de nuevo frente al sargento, en donde todo había iniciado. Éste me miró con una cara afable, y sonriendo me dijo: Camarada aspirante, debe presentarse mañana a las 0630. Traiga esta lista de cosas, y le sugiero despedirse de todos por las próximas dos semanas - me dijo, tras lo cual se despidió de Lev, cuadrándose marcialmente, mientras que a mi me dedicó un sincero y dedicado apretón de manos.

Camino a casa Lev se despidió, pues tenía una reunión importante con un coronel. Continué mi camino, sintiendo diversas emociones, y sobre todo ansiedad ante la conversación con mis padres que me esperaba en casa. Para pensar en otra cosa miré la lista que me entregaron; solo se trataba de lo básico, es decir, ropa personal, interior, de cama, bolsa de agua caliente, hojas para afeitar, hisopo, jabón, pasta de zapatos negra (4 unidades). Como tenia casi todo, me dirigí al depósito, a conseguir la pasta de zapatos adicionales.

Al rato llegué a casa, y sin ambages les explique a mis padres la situación. Como para remarcar mis palabras, sonó la sirena de ataque aéreo y la luz se fue. Al volver, ya pasada la alarma, mis padres comprendieron la situación: la madre patria me necesitaba, como a ellos durante la guerra civil, o como a mi hermano. Debíamos responder el llamado, debíamos sacrificarnos. Nuestra patria nos necesita, nuestra tierra se desangra. Es nuestro turno de servir.

13 de mayo de 2011

El Retorno de Lev

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05 de julio 1941

Esta tarde he visto a Lev. Ha regresado del frente, pero esta vez… herido. Su avión fue alcanzado por esquirlas de la antiaérea enemiga cuando escoltaba a un grupo de Tupolev SB-2 para atacar concentraciones enemigas. Ha sido el único sobreviviente, en realidad, el único que llegó con su avión a tierra. Muchos otros alcanzaron a saltar de sus naves, pero cayeron sobre la líneas enemigas, lo que significaba la cautividad… o bien la muerte por culpa de los einzatsgruppen de las SS, que marchan sobre cada pueblo de nuestra patria, siguiendo a las huestes pardas… las atrocidades que han cometido deberán ser vengadas por nuestros soldados...

Las cosas sucedieron más o menos así: esta mañana recibí una llamada en el teléfono comunitario. El conserje me anunciaba con solemnidad que era un piloto, y supuse de inmediato que era Lev. Me contaba que estaba en la ciudad, en el hospital 2, recuperándose de sus heridas, pero que en la tarde debía ir al Ministerio de Defensa. A las 1500 estaba fuera del ministerio esperando que saliera. En su pecho lucía una estrella roja, en el lado izquierdo. Había sido condecorado, con la Orden de la Estrella Roja, quizás por ser el único sobreviviente del escuadro que logró llegar con su I-16 a la base. Si bien esperaba una mayor alegría, la verdad es que su semblante era oscuro, taciturno… cualquiera diría que Lev estaba acabado, agotado.

Me contó que por sus heridas, básicamente esquirlas que se incrustaron en el brazo derecho, no podría volver al frente, y que sería asignado como instructor un tiempo. Si bien me tranquilice porque de alguna forma significaba alejarlo del frente, veía en sus ojos las llamas de la rabia, esperando volverse en el aire un arma de venganza. No cruzamos muchas palabras en realidad… pero eso fue suficiente para saber que las cosas no estaban bien en el frente… pues tenía una actitud distante, como derrotista dirían los comisarios… pero que entendí de inmediato. Era el peso de la responsabilidad, de ser el sobreviviente. Lev sabía lo que era la guerra, lo que significaba, y sobre todo, lo que costaba…

P.S. Lo he decidido… seré piloto. Mañana le diré a mis padres, aunque se opongan… es hora de dar el máximo sacrificio por la madre patria, cueste lo que cueste...

27 de abril de 2011

Frustración

04 de julio de 1941

Me siento abatido, La reacción de mis padres ha sido muy mala. No me dejaran alistarme, hasta que no sea absolutamente necesario e imposible de impedirlo. No quieren a sus hijos muriendo en la guerra. – Fyodor ya es un marino, pero tú tienes elección Lyosha – dijo secamente mi padre, casi sin mirarme. Mi madre solo movía la cabeza, negándose siquiera a entablar una conversación sobre la idea de que me alistara. No se que sentir, pues la madre patria está en peligro. Las noticias del frente, aquellas a las que en realidad podemos acceder, son cada vez peores. Se habla de miles de prisioneros, de grandes batallas acorazadas en donde hemos perdido decenas de miles de tanques, así como parece haber una supremacía aérea alemana por la casi total aniquilación de nuestra VVS. Y a pesar de todo esto mis padres no aceptan! No sé que haré, porque siempre los he respetado, y no quiero contrariarlos. Pero en las condiciones actuales….

En la ciudad el ánimo de las personas se ha ido de sus caras. Ya nadie sonríe; todos parecen correr a sus casas apenas termina el trabajo, y después de una hora el toque de queda comienza, y la ciudad se vuelve aún más oscura, cubierta por el velo de la oscuridad. Aunque esto es realidad algo falso, ya que en cada una de las grandes avenidas hay sendos grupos de artillería antiaérea acompañada de camiones reflectores, que buscarán con sus haces de luz a los bombarderos enemigos, si se aventuran en la ciudad. – Será una lluvia de fuego – dijo el Camarada Mariscal Voroshilov. Ojalá pudiera compartir su confianza…

30 de marzo de 2011

Taran!

02 de julio de 1941

No he podido dejar de mirar el Pravda. Me ha impactado. Pero no son solo los exultantes titulares y las alocuciones de nuestros líderes que parecen estar llenos de aire, y de lo que llaman heroísmo… pero son fríos y sus discursos calculados… La portada muestra la foto de un joven aviador, I.I.Ivanov, quien en su Polikarpov И-16 habría elegido estrellarse contra un Heinkel-111 a dejar que este bombardeara la frontera. Pero la fotografía tiene un ribete negro en diagonal… símbolo que el aviador alcanzó la gloria en el proceso. Mas abajo otra fotografía tiene el epígrafe de Un taran exitoso, un héroe soviético, que correspondía al teniente Dmitri Kokorev, quien sí sobrevivió al ataque, derribando al fascista. Ambos ataques ocurrieron el 22, el mismo día de la invasión!! Eso me da esperanza, saber que nuestro ejército y todas sus armas luchan desesperadamente por la Madre Patria… como Fyodor, como Lev, como tantos otros…

23:58

No puedo dormir. Saber que allí afuera, en las fronteras del país mueren camaradas, hermanos, padres e hijos defendiendo nuestra unión, nuestra Madre Patria, nuestras convicciones… pienso en lo que me dijo Fyodor antes de partir, o en los vuelos diarios de Lev, hacia el frente, con la incertidumbre de no volver… quizás sea mi turno de unirme a la lucha. Pronto seremos movilizados, mi padre, mis vecinos, yo… mejor unirme ahora y poder elegir… a ser designado a la infantería… le diré a mis padres en la mañana… debo vengar a los caídos… debemos destruir la horda fascista!!!

29 de marzo de 2011

Separaciones

30 de junio de 1941

Estos días han sido de caos. No he escrito porque ni yo mismo puedo creer lo que ocurre. Las informaciones se suceden vertiginosamente, generando ansiedad que es aumentada por el hecho de que muchas de ellas son contradictorias; ganamos, perdemos, unidades destruidas, prisioneros, traición… son las palabras que se repiten sin cesar. Hace días que no vemos al tío Vasily…

El 28 apareció Fyodor. Llegó de improviso, nervioso, empacando algunas cosas en su maleta que traía desde la Academia. Mi madre corrió a servirle un plato de borshch frio que quedaba de la noche anterior, como una concesión pre racionamiento habíamos decidido darnos pequeños lujos, dado que las verduras comenzarían escasear como pensaba mi madre. Fyodor, con su abrigo naval aun puesto por la premura del momento, comió con avidez, pero en su rostro se notaba la paz de la mesa familiar que hace tan solo algunos años compartíamos. Aquella alta estampa, con los rasgos tallados por el rigor del entrenamiento en la flota del norte, se me presentaba familiar… por momentos añoré la vida de antaño… mi hermano volviendo del instituto, el catalejo del abuelo que consideraba suyo por derecho propio, su colección de carros Zil de latón que ilustraban los vehículos de bomberos de Moscú, ya que siempre quiso ser un bombero (y lo fue unos años al integrar las brigadas del komsomol). Pero su pasión por el mar fue más… y helo aquí, enfundado en su traje azul marino de la flota, con sus dorados galones de teniente, y el brillo de sus zapatos opacado por el barro de la calle. Es mi hermano, y parte al frente. Lo destinan a la flota del Mar Negro, al cuartel general de la flotilla de submarinos en Sebastopol. – Tómalo con calma, Alexei – me dijo mirándome a los ojos. – pero ten en cuenta que pronto deberás alistarte. No se ve que esta guerra termine pronto, por lo que debes pensar en que arma servirás – me dijo sonriendo. Terminó de empacar y se despidió de todos, con un gran abrazo, y la sonrisa segura de que volveríamos a vernos, a pesar de las lagrimas de mamá que manaban sin control. Y sin mas se fue, ya que el vehículo oficial lo esperaba en la calle. Presiento que será una larga separación, y quizás aun más de los que pienso.

18:00. Creo que lo que Fyodor ha dicho me ha afectado. ¿En que arma puedo servir? No es que me disguste el mar, pero la perspectiva de las heladas aguas de Múrmansk no es un gran atractivo. ¿Infantería? no lo se, son quizás los que se llevan la peor parte, a la vez que son los que requieren menos aptitudes. ¿Tanquista? no lo creo… con solo imaginar terminar rostizado en un tanque es suficiente para ponerlo al final de las prioridades. Solo me resta el arma aérea. Quizás volar sea lo mío, como Lev… aun queda la caballerosidad en el aire, la búsqueda de honor, y el sacrificio como el de Piotr Nesterov. Quizás sea la opción que busco… si Lev estuviera aquí para aconsejarme. Espero que esté bien, aunque temo lo peor.

27 de marzo de 2011

La Invasión

27 de junio de 1941

Las noticias son alarmantes. Los alemanes avanzan a largos trechos en la madre patria. Nuestra defensa, según lo que conseguimos saber, se debilita cada vez más. Los nazis han avanzado hasta Bialistok hace unos días, enfrentando a las fuerzas de los generales Pavlov, Kuznetsov y Golubev, pero al parecer nos hemos llevado lo peor. El golpe ha sido fulminante, y la información oficial es escasa. Lo único seguro es lo que nos cuenta el tío Vasily, quien ha sido destacado en la jefatura de la NKVD en Moscú, así que lo vemos casi a diario. Además, las noticias que escuchamos solo son las de las emisoras nacionales, ya que parece haberse desarrollado una paranoia en cuanto a escuchar las radios europeas, y menos aun, alemanas, a pesar del dominio de mi padre del alemán; pero el temor a la denuncia es mucho mayor. Por lo menos el tío es nuestra fuente confiable de información, aunque a veces nos desmoraliza el tomar conciencia de la situación.

La paranoia de la denuncia sobre la falta de patriotismo parece haber nacido en el frente antes de llegar a nuestro diario vivir. Se habla de ejecuciones masivas de soldados de nuestro ejército si abandonan sus puestos, e incluso se estaría fusilando a los oficiales que decidan retirarse, aún cuando la misma situación no permita mantener la posición. La consigna parece ser vencer o morir, aunque es esta última la que se impone. La gente en Moscú está temerosa y confundida. En ciertas calles, y alrededor del Kremlin, se levantan pequeños bunkers de ametralladoras, así como florecen los emplazamientos de cañones antiaéreos, mientras en las calles comienza la repartición de máscaras de gases y se instruye sobre como oscurecer las ventanas, la forma de evacuar, los encargados seccionales de los refugios antiaéreos… en fin. La instrucción es rápida y certera; en el komsomol nos han preparados fechas para la instrucción de tiro, así como llaman a los mas viejos a pensar en que armas se alistarán – La patria los necesita, a todos. No hay distingos, no hay dudas, solo importa la defensa del estado – nos dictaba el camarada director, antiguo veterano de la guerra civil.

Mi madre está cada vez más triste, pues presiente lo peor, y sobre todo, sabe que en algún momento comenzará la movilización general, lo que implica que eventualmente todos deberemos presentarnos. Le preocupa sobre todo Fyodor, mi hermano mayor. Hace días que estaba aquí, en cursos en la Academia Frunze. Pero tras el 22 solo hemos recibido algunas pocas palabras de él, y es probable que en solo días lo envíen a un nuevo destino, y lo peor, a la primera línea. Mi madre no dice nada, pero teme lo peor, pues ha conocido la guerra, y sabe como es: es la desesperanza, es la muerte, es la guerra.

21 de febrero de 2011

La Guerra

23 de junio de 1941

¡Estamos en guerra! Casi no puedo creerlo. Ayer, de madrugada, los alemanes atacaron la frontera en casi toda su extensión. La información oficial es casi nula, pero el secreto corre de boca en boca, casi como si hubiese sido esa la forma en la que llegó desde la primera línea. Al parecer el combate ha sido durísimo para nuestras fuerzas, las que fueron pilladas por sorpresa. Los rumores hablan de miles de muertos, así como de pérdidas irreparables de material, especialmente aviones que fueron destruidos en los aeródromos, aunque no corrieron mejor suerte aquellos que despegaron. Cunde el temor en Moscú, aunque hay algunos que gritan que el derrotismo debe ser castigado… y que Stalin nos salvará, como en Finlandia. Pero hay una pregunta que subsiste en silencio entre todos los que se atreven a murmurar lo suficiente como para entenderla:  ¿que sucedió con el pacto que firmó el camarada Molotov? Dijeron que eso nos evitaba la guerra, que nunca llegaría a nuestras fronteras. Pero ninguna información oficial lo señala, y más aun, la programación habitual solo es interrumpida por breves mensajes, casi crípticos, que indican que las escaramuzas – no se que tipo, porque parece ser un ataque a gran escala – pronto serán acalladas por el glorioso Ejército Rojo. Como respuesta, los vítores han ido dejando paso a la incredulidad.

En el Komsomol las cosas no son distintas. Nadie dice nada, excepto que tengamos confianza en el partido y en Stalin, que ellos sabrán sacarnos de todo problema. No puedo evitar pensar el Lev. Esta tarde lo he buscado; incluso he llamado a su base, pero nada. Hace un par de horas supe que ha partido urgente al frente, asignado a un escuadrón de cazas que ha sido enviado al frente. Solo espero que sobreviva.

23:00 Ha llegado el tío Vasily, pero no me atrevo a levantarme y escucharlo; pienso que sería como despertar de este letargo y tomar conciencia de la pesadilla que se cierne sobre la patria… mi cabeza gira… quizás sea mejor dormir… si puedo…

18 de febrero de 2011

La Calma…

21 de junio de 1941

Ha sido un día estupendo. Hemos almorzado todos juntos, como en los viejos tiempos; hasta mi abuelo buscó entre sus cosas su viejo acordeón, y con su voz ronca nos cantó aquellas conocidas canciones, que se tornaban aun más cálidas al cantarlas todos juntos, aun cuando nuestras voces no fueran las mejores. Además, vi a mis padres bailar, como hace tiempo que no lo hacían. Hasta la abuela acompañaba con las palmas…

Luego, con el efecto de la vodka, todos parecieron ser embargados por una sensación de laxitud. Reflexionaban sobre la buena vida, aquellos paseos familiares, el nacimiento o matrimonio de tal o cual, en fin… acontecimientos que solo revivían tras el vívido relato de quienes los presenciaron, y que ahora parecían diluirse en los restos de alcohol en los vasos, o en el humo de los cigarrillos…

Con todo, ha sido un día largo, pero a la vez un día para recordar… porque son infrecuentes los momentos para compartir con la familia… un fugaz pensamiento me atrapa; pienso en aquellas familias en guerra, forzadas a separarse, con el miedo del nefasto aviso de la muerte del ser querido en el frente, o bien, la calma rota con el incesante bombardeo enemigo… Espero que la patria se mantenga lejos de todo esto…

12 de febrero de 2011

Una Visita Inesperada

18 de junio de 1941

08:15

Han pasado dos días de silencio en los cuales mis padres parecen ocultar algo. Del tío Vasily… no lo he visto desde esa mañana, hace dos días, en los que nos sorprendió a todos (bueno, no se si a mis padres) con su uniforme de solapas verdes. No se que pensar; el tío, tan afable y divertido. Cuesta imaginarlo como oficial de la NKVD. La cosa es que hasta mi abuela no asoma ni su nariz fuera de la cocina. Por lo menos desde mi ventana veo el sol, pero recuerdo el pesimismo de Lev, y lo que la guerra de invierno hizo en nuestro héroe; me preocupa que pueda hacer algo, como hemos escuchado que ha pasado con otros que volvieron. Pero a la vez no puedo dejar de pensar en lo lejos que estoy de sus decisiones, y más aun de ser el indicado para preguntarle.

16:30

Las voces de mis padres y de mi tío conversando en la sala retumban como ecos, a pesar del cuidado que ponen en bajar la voz. Tendido en la cama me llegan, como el rumor de las olas, algunas palabras que me sobresaltan: peligro, ataque, fascistas, frontera… se juntan en mi cabeza en un desagradable guiso que no quiero mirar. Hay rumores (siempre los hay) de que la frontera oeste está en tensión. Incluso algunos dicen que se han visto aviones alemanes sobrevolando nuestro territorio. ¿Podrían ser ciertos? ¿Es que los nazis romperían su palabra y nos atacarían? El camarada Stalin previó esto, con el tratado que firmó el ministro Molotov para la paz entre nuestras naciones. ¿No será solo propaganda de los antisoviéticos, como nos dicen en el Komsomol?.

23:25

Quiero creer en lo que nos dicen, pero a la vez no puedo evitar pensar en que algo sucede. Mis padres no dicen nada, y mi tío se fue tan de improviso como llegó.