28 de diciembre de 2012

Práctica de Combate

15 de octubre de 1941
Un paso más: la práctica de combate. Volaremos en formación, y por turnos enfrentaremos en giros al instructor jefe. Como me he destacado en las ultimas pruebas, me ha tocado dar el primer pase. Nuestro instructor evaluará el ángulo de ataque, los giros, la velocidad, etc., todo desde su perspectiva, que en términos simple significa en que nivel de aprietos se encuentre en el vuelo. Claramente al ser nuestro instructor eso es casi imposible…
Me elevo en mi I-5, lentamente, como rehuyendo el combate. Arriba, a unos dos mil metros me espera el instructor, en su I-16. La subida es rápida y poco grácil; no tenemos combustible para frivolidades, ni para sueños de vuelo… cada litro gastado es un litro menos para los regimientos aéreo del frente.
Alcanzo los dos mil metros, y segundos después de enderezar la nariz veo como cruza raudo el instructor, esperando que lo siga. Quiebro a la izquierda y pico a todo gas para darle caza, pero con lo que parece ser un estupendo juego de pedales, me deja pasar y se eleva el muy…. bueno, me pilla desprevenido. Enderezo mi avión y trato de encontrarlo, pero nada. Tras varios minutos de giros y rizos, finalmente lo encuentro… pero tras de mí!. Trato de girar, de elevarme, pero es imposible, pues por algo es el instructor. tras algunos minutos levanto la bufanda blanca, símbolo de humildad, pero también de derrota… y es tras esta señal que el combate se acaba. Estoy derrotado, pero he aprendido mucho… y lo primero es chequear siempre mis seis. Una dura enseñanza, pues en combate real no sobreviviría… es una dura lección.

9 de diciembre de 2012

Primer vuelo…

28 de septiembre de 1941
Lunes. El día más importante del entrenamiento. El día en que nos autorizan a levantar vuelo. Soy blanco 16. Como no tenemos radio, no podemos hacer la llamada a la torre, como nos han enseñado. Pero el guía de la pista nos indica con sus banderas que podemos salir. Somos 3 aviones. Por mis notas y desempeño, me han nombrado líder del vuelo, lo que es simbólico, pues no tengo mayor mando que los demás aspirantes a oficiales de vuelo. Nos alineamos con la pista, a bandera blanca baja rápidamente y soltamos los frenos acelerando, cuarenta, cincuenta, ochenta por ciento… máximo poder… pasan los metros y siento el viento en la cara, a pesar del parabrisas. Al alcanzar la velocidad de despegue presionamos la palanca…. suavemente siento como las fricción de las ruedas desaparece, y todo se torna suave. Son las ocho de la mañana y la luz es deliciosas. Asciendo a mil metros…. veo el pequeño valle y la entra de la pista. Se supone que es un vuelo demostrativo del despegue. No hay tiempo – ni combustible – para jugarretas acrobáticas. Enfilamos hacia el sur en un giro a 180 grados, girando, grácilmente, para tomar posición frente a la entrada de la pista. Los nervios aparecen, y siento el sudor bajo los pesados guantes de cuero. Mis antiparras se nublan con el súbito calor de mi cara, pero el viento frio las despeja. Inclino el avión, y reduzco la potencia… pasan momentos tensos y terribles… hasta que siento el impacto de las ruedas en la pista… señal para enderezar y bajar al mínimo las RPM. He aterrizado! todos lo hemos logrado. Es el primer paso, para que en seis semanas más ya estemos en el frente… en el frente, donde veremos si todo esto sirvió de algo…

Entrenamiento Avanzado II

21 de agosto de 1941
Ha comenzado el entrenamiento avanzado. Mucha teoría, trigonometría, cálculo, mecánica, aerodinámica. Pasamos las mañanas en estudio, y en las tardes visitas a los hangares, a conocer cada tornillo, cada remache, cada cable que da vida a nuestros desfasados Polikarpov I-5, retirados hace algunos meses del frente, pero que ahora nos sirven como entradores biplaza. Muchos de ellos sucumbieron en las primeras horas de la invasión fascista, pero los que quedaron con vida se retiraron del servicio hace algunos meses, con excepción de los que usamos en el regimiento, ya que la necesidad de aviones los ha transformado en excelentes entrenadores. Sus líneas me parecen bellísimas, casi conjugando el poder y la gracia en vuelo. Sus motores, al encenderlos, sobrecogen, pero también me recuerdan cuantos de ellos cayeron bajo el fuego mortal de los mecceps enemigos. Son cuatro semanas de entrenamiento, y luego al aire… y después, al frente. La Rodina se desangra… debemos ir al combate.

13 de septiembre de 2012

Una mañana de agosto.

15 de agosto de 1941
Dos días de descanso, sin contar el traslado por supuesto. En total cuatro días, en un viaje cortesía del duro sistema de trenes del estado. Llegue a la fachada de mi edificio luego de sortear bastantes controles, defensas antiaéreas, ancianos con palas cavando trincheras, niños jugando a disparar al enemigo... la ciudad simplemente se había transformado. Bullía en ella una especie de frenesí combativo, que aunque emocionaba y entusiasmaba, no podía disipar la grave amenaza que se cernía sobre nuestra capital. El duro contraste entre la vida del cuartel y las más urbana y relajada de la capital quedó en entredicho frente a las noticias que nosotros escuchábamos en los bandos militares en comparación con aquellas emanadas de la radio civil. La ausencia de veracidad en las noticias bélicas de la radio estatal me heló los huesos; pensé que era un crimen enviar a pelear a tantos sin siquiera poder elegir en base a una información veraz. Pero bueno, la situación lo requiere, y debemos seguir luchando hasta el ultimo hombre, como lo reza nuestro camarada Stalin.
Demoré unos minutos en darme el suficiente valor para cruzar el umbral del edificio. Vi que algunas de las casillas se encontraban atiborradas de volantes, signo inequívoco de que sus moradores habían abandonado la ciudad en las primeras semanas... después era imposible que lo hicieran, dada la prohibición establecida por el camarada Stalin de abandonar la ciudad. Subo los escalones, despacio, hasta llegar a la puerta del departamento. Siento una extraña emoción al sentir como los pasos se acerca a la puerta segundos después de haber llamado con mis nudillos, que inconscientemente han tocado con el ritmo de años... la luz aparee tras la puerta abierta, y los azules ojos de mi madre se llenan de lagrimas al verme. Luego el silencio absorbe todo, mientras solo atino a abrazarla...

27 de mayo de 2012

Entrenamiento Avanzado

10 de agosto de 1941

Atrás quedaron las semanas de entrenamiento básico, en donde la función de los Serzhant era la de sacar lo mejor (o pero, no lo se…) de nosotros. El Serzhant Afanasiy Kozlov era un recio gigantón de casi dos metros diez centímetros, natural de Smolensk. Con fuertes brazos nos daba ordenes que empequeñecía nuestros débiles y amoratados miembros. Su voz – su vozarrón, en realidad – nos ladrada ordenes que a fuerza de la costumbre se fueron grabando en nuestra psique. Así, pasamos de ser un pequeño, lastimoso, y penoso grupo de egresados de secundaria y algunos estudiantes de licenciatura, en pulidas y engrasadas máquinas de combate, ardientes de vengar a nuestra Rodina! Los fascistas pagarán muy caro su atrevimiento!

Nuestro paso al entrenamiento avanzado no fue un evento importante para el centro de entrenamiento. El Serzhant Kozlov nos hizo formar fuera de las barracas, cerca de las 21 horas. No veíamos mucho, por la oscuridad forzada para evitar ataques enemigos. Pero una leve luz de luna nos ayudaba. Kozlov se cuadró ante nosotros, en una suerte de despedida. Pronto seríamos, si pasábamos la segunda parte del entrenamiento, Mladshiy leytenant, y quizás alcanzáramos el mando de una eskadrily, con la que llevaríamos la venganza a las tierras alemanas. Por lo menos era la esperanza de Kozlov, que combatiéramos hasta el final, y si nos quedaban fuerzas… lancen su avión en un Taran contra los fascistas!. Su deseo nos inflamó el patriotismo, aunque la palabra taran nos heló los huesos…