21 de febrero de 2011

La Guerra

23 de junio de 1941

¡Estamos en guerra! Casi no puedo creerlo. Ayer, de madrugada, los alemanes atacaron la frontera en casi toda su extensión. La información oficial es casi nula, pero el secreto corre de boca en boca, casi como si hubiese sido esa la forma en la que llegó desde la primera línea. Al parecer el combate ha sido durísimo para nuestras fuerzas, las que fueron pilladas por sorpresa. Los rumores hablan de miles de muertos, así como de pérdidas irreparables de material, especialmente aviones que fueron destruidos en los aeródromos, aunque no corrieron mejor suerte aquellos que despegaron. Cunde el temor en Moscú, aunque hay algunos que gritan que el derrotismo debe ser castigado… y que Stalin nos salvará, como en Finlandia. Pero hay una pregunta que subsiste en silencio entre todos los que se atreven a murmurar lo suficiente como para entenderla:  ¿que sucedió con el pacto que firmó el camarada Molotov? Dijeron que eso nos evitaba la guerra, que nunca llegaría a nuestras fronteras. Pero ninguna información oficial lo señala, y más aun, la programación habitual solo es interrumpida por breves mensajes, casi crípticos, que indican que las escaramuzas – no se que tipo, porque parece ser un ataque a gran escala – pronto serán acalladas por el glorioso Ejército Rojo. Como respuesta, los vítores han ido dejando paso a la incredulidad.

En el Komsomol las cosas no son distintas. Nadie dice nada, excepto que tengamos confianza en el partido y en Stalin, que ellos sabrán sacarnos de todo problema. No puedo evitar pensar el Lev. Esta tarde lo he buscado; incluso he llamado a su base, pero nada. Hace un par de horas supe que ha partido urgente al frente, asignado a un escuadrón de cazas que ha sido enviado al frente. Solo espero que sobreviva.

23:00 Ha llegado el tío Vasily, pero no me atrevo a levantarme y escucharlo; pienso que sería como despertar de este letargo y tomar conciencia de la pesadilla que se cierne sobre la patria… mi cabeza gira… quizás sea mejor dormir… si puedo…

18 de febrero de 2011

La Calma…

21 de junio de 1941

Ha sido un día estupendo. Hemos almorzado todos juntos, como en los viejos tiempos; hasta mi abuelo buscó entre sus cosas su viejo acordeón, y con su voz ronca nos cantó aquellas conocidas canciones, que se tornaban aun más cálidas al cantarlas todos juntos, aun cuando nuestras voces no fueran las mejores. Además, vi a mis padres bailar, como hace tiempo que no lo hacían. Hasta la abuela acompañaba con las palmas…

Luego, con el efecto de la vodka, todos parecieron ser embargados por una sensación de laxitud. Reflexionaban sobre la buena vida, aquellos paseos familiares, el nacimiento o matrimonio de tal o cual, en fin… acontecimientos que solo revivían tras el vívido relato de quienes los presenciaron, y que ahora parecían diluirse en los restos de alcohol en los vasos, o en el humo de los cigarrillos…

Con todo, ha sido un día largo, pero a la vez un día para recordar… porque son infrecuentes los momentos para compartir con la familia… un fugaz pensamiento me atrapa; pienso en aquellas familias en guerra, forzadas a separarse, con el miedo del nefasto aviso de la muerte del ser querido en el frente, o bien, la calma rota con el incesante bombardeo enemigo… Espero que la patria se mantenga lejos de todo esto…

12 de febrero de 2011

Una Visita Inesperada

18 de junio de 1941

08:15

Han pasado dos días de silencio en los cuales mis padres parecen ocultar algo. Del tío Vasily… no lo he visto desde esa mañana, hace dos días, en los que nos sorprendió a todos (bueno, no se si a mis padres) con su uniforme de solapas verdes. No se que pensar; el tío, tan afable y divertido. Cuesta imaginarlo como oficial de la NKVD. La cosa es que hasta mi abuela no asoma ni su nariz fuera de la cocina. Por lo menos desde mi ventana veo el sol, pero recuerdo el pesimismo de Lev, y lo que la guerra de invierno hizo en nuestro héroe; me preocupa que pueda hacer algo, como hemos escuchado que ha pasado con otros que volvieron. Pero a la vez no puedo dejar de pensar en lo lejos que estoy de sus decisiones, y más aun de ser el indicado para preguntarle.

16:30

Las voces de mis padres y de mi tío conversando en la sala retumban como ecos, a pesar del cuidado que ponen en bajar la voz. Tendido en la cama me llegan, como el rumor de las olas, algunas palabras que me sobresaltan: peligro, ataque, fascistas, frontera… se juntan en mi cabeza en un desagradable guiso que no quiero mirar. Hay rumores (siempre los hay) de que la frontera oeste está en tensión. Incluso algunos dicen que se han visto aviones alemanes sobrevolando nuestro territorio. ¿Podrían ser ciertos? ¿Es que los nazis romperían su palabra y nos atacarían? El camarada Stalin previó esto, con el tratado que firmó el ministro Molotov para la paz entre nuestras naciones. ¿No será solo propaganda de los antisoviéticos, como nos dicen en el Komsomol?.

23:25

Quiero creer en lo que nos dicen, pero a la vez no puedo evitar pensar en que algo sucede. Mis padres no dicen nada, y mi tío se fue tan de improviso como llegó.