17 de septiembre de 2011

Decisiones

06 de julio de 1941

Sargento! Traiga aquí uno de los formularios para los aspirantes… muévase, que aquí tenemos uno! - gritó Lev, con el aplomo que otorga la autoridad de una medalla y el carácter de un as del frente. El sargento lo miró con cara de sorpresa; no era habitual ver héroes por esos lados… especialmente vivos a estas alturas de la guerra. Para mí, por supuesto, el sargento solo me dirigió una despectiva mirada. Por supuesto, camarada Teniente - respondió al tiempo que sacaba mecánicamente de su escritorio un formulario que me alcanzó con desgano, y agregó con la misma actitud: tarjeta del partido?. Solo del Komsomol - contesté. Sin expresión me miró y me alargó la mano, para recibir la tarjeta, pero el gesto pareció irritar a Lev, quien le espetó: Yo respondo por él, sargento - y acercándose a él agregó - No lo olvides, si no quieres terminar engrasando ruedas en un aeródromo de Leningrado. Los ojos del sargento se abrieron grandes, y solo atinó a tartamudear un s-si, camarada teniente, yo me ocupo. Al rato las formalidades estaban cumplidas, producto del celo puesto por el sargento.

Cumplidas las formalidades nos dirigimos al examen médico, que pasé sin mayores dificultades. Después vinieron otros procesos, y al final nos vimos de nuevo frente al sargento, en donde todo había iniciado. Éste me miró con una cara afable, y sonriendo me dijo: Camarada aspirante, debe presentarse mañana a las 0630. Traiga esta lista de cosas, y le sugiero despedirse de todos por las próximas dos semanas - me dijo, tras lo cual se despidió de Lev, cuadrándose marcialmente, mientras que a mi me dedicó un sincero y dedicado apretón de manos.

Camino a casa Lev se despidió, pues tenía una reunión importante con un coronel. Continué mi camino, sintiendo diversas emociones, y sobre todo ansiedad ante la conversación con mis padres que me esperaba en casa. Para pensar en otra cosa miré la lista que me entregaron; solo se trataba de lo básico, es decir, ropa personal, interior, de cama, bolsa de agua caliente, hojas para afeitar, hisopo, jabón, pasta de zapatos negra (4 unidades). Como tenia casi todo, me dirigí al depósito, a conseguir la pasta de zapatos adicionales.

Al rato llegué a casa, y sin ambages les explique a mis padres la situación. Como para remarcar mis palabras, sonó la sirena de ataque aéreo y la luz se fue. Al volver, ya pasada la alarma, mis padres comprendieron la situación: la madre patria me necesitaba, como a ellos durante la guerra civil, o como a mi hermano. Debíamos responder el llamado, debíamos sacrificarnos. Nuestra patria nos necesita, nuestra tierra se desangra. Es nuestro turno de servir.

1 comentario:

Ultimo sobreviviente dijo...

Ya comienza la aventura, exito camarada y espero que se mantenga en los cielos por mucho tiempo.