29 de marzo de 2011

Separaciones

30 de junio de 1941

Estos días han sido de caos. No he escrito porque ni yo mismo puedo creer lo que ocurre. Las informaciones se suceden vertiginosamente, generando ansiedad que es aumentada por el hecho de que muchas de ellas son contradictorias; ganamos, perdemos, unidades destruidas, prisioneros, traición… son las palabras que se repiten sin cesar. Hace días que no vemos al tío Vasily…

El 28 apareció Fyodor. Llegó de improviso, nervioso, empacando algunas cosas en su maleta que traía desde la Academia. Mi madre corrió a servirle un plato de borshch frio que quedaba de la noche anterior, como una concesión pre racionamiento habíamos decidido darnos pequeños lujos, dado que las verduras comenzarían escasear como pensaba mi madre. Fyodor, con su abrigo naval aun puesto por la premura del momento, comió con avidez, pero en su rostro se notaba la paz de la mesa familiar que hace tan solo algunos años compartíamos. Aquella alta estampa, con los rasgos tallados por el rigor del entrenamiento en la flota del norte, se me presentaba familiar… por momentos añoré la vida de antaño… mi hermano volviendo del instituto, el catalejo del abuelo que consideraba suyo por derecho propio, su colección de carros Zil de latón que ilustraban los vehículos de bomberos de Moscú, ya que siempre quiso ser un bombero (y lo fue unos años al integrar las brigadas del komsomol). Pero su pasión por el mar fue más… y helo aquí, enfundado en su traje azul marino de la flota, con sus dorados galones de teniente, y el brillo de sus zapatos opacado por el barro de la calle. Es mi hermano, y parte al frente. Lo destinan a la flota del Mar Negro, al cuartel general de la flotilla de submarinos en Sebastopol. – Tómalo con calma, Alexei – me dijo mirándome a los ojos. – pero ten en cuenta que pronto deberás alistarte. No se ve que esta guerra termine pronto, por lo que debes pensar en que arma servirás – me dijo sonriendo. Terminó de empacar y se despidió de todos, con un gran abrazo, y la sonrisa segura de que volveríamos a vernos, a pesar de las lagrimas de mamá que manaban sin control. Y sin mas se fue, ya que el vehículo oficial lo esperaba en la calle. Presiento que será una larga separación, y quizás aun más de los que pienso.

18:00. Creo que lo que Fyodor ha dicho me ha afectado. ¿En que arma puedo servir? No es que me disguste el mar, pero la perspectiva de las heladas aguas de Múrmansk no es un gran atractivo. ¿Infantería? no lo se, son quizás los que se llevan la peor parte, a la vez que son los que requieren menos aptitudes. ¿Tanquista? no lo creo… con solo imaginar terminar rostizado en un tanque es suficiente para ponerlo al final de las prioridades. Solo me resta el arma aérea. Quizás volar sea lo mío, como Lev… aun queda la caballerosidad en el aire, la búsqueda de honor, y el sacrificio como el de Piotr Nesterov. Quizás sea la opción que busco… si Lev estuviera aquí para aconsejarme. Espero que esté bien, aunque temo lo peor.

1 comentario:

Ultimo sobreviviente dijo...

notable camarada, el incierto futuro prontamente nos dara las respuestas a las aventuras que se avecinan.