El Camino a la Victoria
La vida de Alexei Boronov, piloto de la VVS, testigo directo de la Gran Guerra Patria, y la caída de Berlín.
21 de febrero de 2013
Despedida… y al frente.
4 de enero de 2013
Examen de combate
28 de diciembre de 2012
Práctica de Combate
9 de diciembre de 2012
Primer vuelo…
Entrenamiento Avanzado II
13 de septiembre de 2012
Una mañana de agosto.
Demoré unos minutos en darme el suficiente valor para cruzar el umbral del edificio. Vi que algunas de las casillas se encontraban atiborradas de volantes, signo inequívoco de que sus moradores habían abandonado la ciudad en las primeras semanas... después era imposible que lo hicieran, dada la prohibición establecida por el camarada Stalin de abandonar la ciudad. Subo los escalones, despacio, hasta llegar a la puerta del departamento. Siento una extraña emoción al sentir como los pasos se acerca a la puerta segundos después de haber llamado con mis nudillos, que inconscientemente han tocado con el ritmo de años... la luz aparee tras la puerta abierta, y los azules ojos de mi madre se llenan de lagrimas al verme. Luego el silencio absorbe todo, mientras solo atino a abrazarla...
27 de mayo de 2012
Entrenamiento Avanzado
10 de agosto de 1941
Atrás quedaron las semanas de entrenamiento básico, en donde la función de los Serzhant era la de sacar lo mejor (o pero, no lo se…) de nosotros. El Serzhant Afanasiy Kozlov era un recio gigantón de casi dos metros diez centímetros, natural de Smolensk. Con fuertes brazos nos daba ordenes que empequeñecía nuestros débiles y amoratados miembros. Su voz – su vozarrón, en realidad – nos ladrada ordenes que a fuerza de la costumbre se fueron grabando en nuestra psique. Así, pasamos de ser un pequeño, lastimoso, y penoso grupo de egresados de secundaria y algunos estudiantes de licenciatura, en pulidas y engrasadas máquinas de combate, ardientes de vengar a nuestra Rodina! Los fascistas pagarán muy caro su atrevimiento!
Nuestro paso al entrenamiento avanzado no fue un evento importante para el centro de entrenamiento. El Serzhant Kozlov nos hizo formar fuera de las barracas, cerca de las 21 horas. No veíamos mucho, por la oscuridad forzada para evitar ataques enemigos. Pero una leve luz de luna nos ayudaba. Kozlov se cuadró ante nosotros, en una suerte de despedida. Pronto seríamos, si pasábamos la segunda parte del entrenamiento, Mladshiy leytenant, y quizás alcanzáramos el mando de una eskadrily, con la que llevaríamos la venganza a las tierras alemanas. Por lo menos era la esperanza de Kozlov, que combatiéramos hasta el final, y si nos quedaban fuerzas… lancen su avión en un Taran contra los fascistas!. Su deseo nos inflamó el patriotismo, aunque la palabra taran nos heló los huesos…
17 de septiembre de 2011
Entrenamiento
21 de julio de 1941
Casi no he podido escribir. La rutina es realmente dura, sobre todo porque la madre patria necesita de nuevos pilotos con urgencia, lo que nos hace pensar a cada instante sobre la fragilidad del frente. Es una suerte de transfusión mecánica a la ya desgastada maquinaria de guerra, que se desangra a cada instante.
Me encuentro cerca de Moscú, aunque no sé decir bien en que lugar exacto, ya que el secreto es parte de nuestra vida diaria aquí, por lo que saber donde estoy no es una certeza actualmente. Hasta ahora todo ha sido una gran vorágine, que me ha producido una suerte de embotamiento, una amnesia temporal que no me permite recordar siquiera como fueron los primeros días aquí. Esta es la primera ocasión que tengo para escribir a casa, pero solo he podido trazar algunas líneas, ya que de seguro el oficial de censura no dejará que cuente mucho más. Por eso trato de ser mas explícito aquí, en mi diario, aunque siempre temo que me lo requisen, y que incluso sea acusado de traición, por lo que consigno aquí. Pero de alguna forma debo ser capaz de registrar aquello que la frágil memoria pierde a borbotones… así son las cosas en el tenor de una lucha desesperada…
Han sido dos semanas agotadoras, levantándonos cada día a las 5 de la mañana, para solo volver a nuestras literas alrededor de las diez de la noche. Estamos cansados, agotados de tanto correr y saltar, de tantos ejercicios físicos y prácticos. A la fecha es casi lo único que hemos hecho, una suerte de curso intensivo para preparar los cuerpos para la muerte. Quizás lo más remotamente emocionante ha sido la práctica de tiro con unos viejos Mosin-Nagant que debemos pulir cada tarde antes de dormir.
Casi no hemos tenido noticias de casa; solo hoy nos han entregado el correo que se acumulaba. Al reconocer la letra de nuestras madres, nosotros, los nuevos reclutas, ya endurecidos por la marcha de semanas, no podemos evitar que gruesas lagrimas bajen por nuestras curtidas mejillas. En la carta me cuentan sobre la precariedad del frente, sobre los bombardeos en Moscú, y como han debido acudir a los refugios antiaéreos. En casa están todos bien, aunque preocupados por mi hermano y yo. Pero la carta es breve, me imagino que por causa de la censura que lentamente comienza a invadir todos los ámbitos de la intimidad. Solo puedo pensar en la ultima vez que nos vimos, la madrugada de mi partida, en el desconsolado llanto de mamá, y el fraternal y apretado abrazo de mi padre. Mis abuelos también se despiden, tristes pero en silencio… ya han sido testigos de duros momentos de la historia de la madre patria, y comprendieron que debe ser así, como si presintiesen que los peores momentos están aun por venir… que sabio puede ser el instinto humano...
Decisiones
06 de julio de 1941
Sargento! Traiga aquí uno de los formularios para los aspirantes… muévase, que aquí tenemos uno! - gritó Lev, con el aplomo que otorga la autoridad de una medalla y el carácter de un as del frente. El sargento lo miró con cara de sorpresa; no era habitual ver héroes por esos lados… especialmente vivos a estas alturas de la guerra. Para mí, por supuesto, el sargento solo me dirigió una despectiva mirada. Por supuesto, camarada Teniente - respondió al tiempo que sacaba mecánicamente de su escritorio un formulario que me alcanzó con desgano, y agregó con la misma actitud: tarjeta del partido?. Solo del Komsomol - contesté. Sin expresión me miró y me alargó la mano, para recibir la tarjeta, pero el gesto pareció irritar a Lev, quien le espetó: Yo respondo por él, sargento - y acercándose a él agregó - No lo olvides, si no quieres terminar engrasando ruedas en un aeródromo de Leningrado. Los ojos del sargento se abrieron grandes, y solo atinó a tartamudear un s-si, camarada teniente, yo me ocupo. Al rato las formalidades estaban cumplidas, producto del celo puesto por el sargento.
Cumplidas las formalidades nos dirigimos al examen médico, que pasé sin mayores dificultades. Después vinieron otros procesos, y al final nos vimos de nuevo frente al sargento, en donde todo había iniciado. Éste me miró con una cara afable, y sonriendo me dijo: Camarada aspirante, debe presentarse mañana a las 0630. Traiga esta lista de cosas, y le sugiero despedirse de todos por las próximas dos semanas - me dijo, tras lo cual se despidió de Lev, cuadrándose marcialmente, mientras que a mi me dedicó un sincero y dedicado apretón de manos.
Camino a casa Lev se despidió, pues tenía una reunión importante con un coronel. Continué mi camino, sintiendo diversas emociones, y sobre todo ansiedad ante la conversación con mis padres que me esperaba en casa. Para pensar en otra cosa miré la lista que me entregaron; solo se trataba de lo básico, es decir, ropa personal, interior, de cama, bolsa de agua caliente, hojas para afeitar, hisopo, jabón, pasta de zapatos negra (4 unidades). Como tenia casi todo, me dirigí al depósito, a conseguir la pasta de zapatos adicionales.
Al rato llegué a casa, y sin ambages les explique a mis padres la situación. Como para remarcar mis palabras, sonó la sirena de ataque aéreo y la luz se fue. Al volver, ya pasada la alarma, mis padres comprendieron la situación: la madre patria me necesitaba, como a ellos durante la guerra civil, o como a mi hermano. Debíamos responder el llamado, debíamos sacrificarnos. Nuestra patria nos necesita, nuestra tierra se desangra. Es nuestro turno de servir.
13 de mayo de 2011
El Retorno de Lev
05 de julio 1941
Esta tarde he visto a Lev. Ha regresado del frente, pero esta vez… herido. Su avión fue alcanzado por esquirlas de la antiaérea enemiga cuando escoltaba a un grupo de Tupolev SB-2 para atacar concentraciones enemigas. Ha sido el único sobreviviente, en realidad, el único que llegó con su avión a tierra. Muchos otros alcanzaron a saltar de sus naves, pero cayeron sobre la líneas enemigas, lo que significaba la cautividad… o bien la muerte por culpa de los einzatsgruppen de las SS, que marchan sobre cada pueblo de nuestra patria, siguiendo a las huestes pardas… las atrocidades que han cometido deberán ser vengadas por nuestros soldados...
Las cosas sucedieron más o menos así: esta mañana recibí una llamada en el teléfono comunitario. El conserje me anunciaba con solemnidad que era un piloto, y supuse de inmediato que era Lev. Me contaba que estaba en la ciudad, en el hospital 2, recuperándose de sus heridas, pero que en la tarde debía ir al Ministerio de Defensa. A las 1500 estaba fuera del ministerio esperando que saliera. En su pecho lucía una estrella roja, en el lado izquierdo. Había sido condecorado, con la Orden de la Estrella Roja, quizás por ser el único sobreviviente del escuadro que logró llegar con su I-16 a la base. Si bien esperaba una mayor alegría, la verdad es que su semblante era oscuro, taciturno… cualquiera diría que Lev estaba acabado, agotado.
Me contó que por sus heridas, básicamente esquirlas que se incrustaron en el brazo derecho, no podría volver al frente, y que sería asignado como instructor un tiempo. Si bien me tranquilice porque de alguna forma significaba alejarlo del frente, veía en sus ojos las llamas de la rabia, esperando volverse en el aire un arma de venganza. No cruzamos muchas palabras en realidad… pero eso fue suficiente para saber que las cosas no estaban bien en el frente… pues tenía una actitud distante, como derrotista dirían los comisarios… pero que entendí de inmediato. Era el peso de la responsabilidad, de ser el sobreviviente. Lev sabía lo que era la guerra, lo que significaba, y sobre todo, lo que costaba…
P.S. Lo he decidido… seré piloto. Mañana le diré a mis padres, aunque se opongan… es hora de dar el máximo sacrificio por la madre patria, cueste lo que cueste...